Una vez le leí a Ivana Gorosito, uno de mis grandes referentes en fotografía de familia, una frase que se me quedó tatuada en cada poro de mi yo fotógrafa: “Las fotos que te sacas con tus hijos no son para ti, son para ellos”. La tengo presente en todas mis sesiones, pero cuando hacemos una sesión de familia es el motor de cada click.
Su intención con esta frase no solo era quitarnos a nosotras, madres amantísimas y ocupadísimas, la absurda idea de que para hacernos fotos con nuestros hijos tenemos que alinear planetas para encontrar el momento perfecto y nuestra cara perfecta, sin ojeras ni moños de mamá. Y como ya tú sabes, eso no suele suceder nunca, así que la gran mayoría va dejando para después aquello de salir en las fotos con ellos. También, con esta frase, pretendía poner en valor el legado que suponen las fotografías, no solo para nuestros hijos, sino más aún para nuestros nietos e, incluso, los bisnietos que probablemente nunca conozcamos.
Las fotografías de familia son nuestra herencia, el legado de nuestra presencia en este mundo para aquellos que nunca nos conocerán. Con los años, y esto ya es de mi propia cosecha, a medida que nos hacemos mayores, creo que las fotografías nos ayudan a disfrutar de los recuerdos más felices. Como suelo decir, son las muletas de nuestros recuerdos.
¿No te pasa que a medida que te haces mayor, necesitas ver fotos de cuando eras pequeño, con tus padres, tus abuelos, tus hermanos? Y no, no buscamos las fotos de estudio del fotógrafo del cole con ese fondo cielo y una mueca graciosa. Buscamos las fotos robadas en el baño de un hotel en aquellas vacaciones en la playa, o la de la nariz manchada de tarta después de un combate abierto en tu cumpleaños. Incluso, aquella en la que sales llorando tras una caída de lo más tonta.
Buscamos momentos. No retratos.
Fotografía de familia ¿en estudio?
Cuando empecé a hacer fotos hace más de 7 años ya, no entendía la fotografía de estudio. Me parecía poco real. Recuerdos enlatados y artificiales. Me gustaba ir a las casas, al campo o a la playa y sacar a las familias tal cual eran, a pecho descubierto. Todo evoluciona y cuando decidí tener mi propio estudio sabía que en él no había cabida para el retrato, sino para fotografías hechas con verdad.
Una sesión de fotos de familia numerosa divertida y muy natural
Esta mami es muy de las mías. Meses antes se puso en contacto conmigo buscando esa muleta para sus recuerdos. Sus hijos crecían y ella iba postergando el momento de guardar sus recuerdos en familia.
Le preocupaba especialmente las edades, tan dispares, de sus peques. El pequeño tenía un añito, el mediano 9 años y el mayor estaba en plena adolescencia. Difícil combinación. ¿O no tanto?
Al convertir mi estudio en un espacio cómodo, en una estancia más de un hogar, con diferentes elementos con los que jugar, con un escenario REAL, conseguimos capturar imágenes con las cualidades técnicas de un estudio, pero con la naturalidad que me gusta que reflejen mis fotos y la espontaneidad que tendría una fotografía sacada en casa.
Mi punto de referencia siempre será el bebé, pero a partir de ahí cada uno tiene su rol en los distintos espacios del estudio donde hacemos las fotografías.
Así, en esta sesión trabajamos con diferentes espacios, diferentes planos… Jugamos, reímos y, en definitiva, nos divertimos, y así es como conseguimos un ambiente relajado, cómodo y muy familiar. Como resultado pudimos capturar muchos momentos de complicidad entre la familia, fotografías de todos juntos, solo de los hermanos, solo de los mayores, los papás con el bebé, algún que otro retrato…
Tenía tantas ganas de hacer una sesión de este estilo, y quedaron instantáneas tan bonitas, que me hace muy feliz poder compartir un trocito de ella. Desde aquí, mil gracias a esta preciosa familia por el ratito que disfrutamos juntos.
Y, ya sabes, si tienes esa espinita clavada de no tener fotos ‘decentes’ de tus peques juntos, te espero en mi estudio… pero no para hacer fotos en estudio ya lo sabes, sino fotos de verdad.